Brasil es un país continental, marcado por profundas desigualdades sociales. Las actuales desigualdades de ingreso, acceso a la educación, acceso al trabajo no son recientes, por el contrario, resultan de un patrón productivo que se instaló en una sociedad estructuralmente racista. En este contexto de pobreza y exclusión, la desigualdad de género adquiere contornos dramáticos y moviliza el debate en torno a las acciones. Destacan acciones insertas en el campo de la economía solidaria, lideradas por mujeres y dirigidas a mujeres. Se enfatiza el potencial de los principios de la Economía Solidaria como forma de articulación y movilización de las comunidades para la superación de la vulnerabilidad, pero básicamente como forma de empoderamiento de los grupos en el territorio. El caso de la Red Feminista de Economía Solidaria (RESF) se caracteriza por ser una red abierta, en permanente construcción y basada en la experiencia y lucha de mujeres que conscientemente asumen su rol protagónico en la economía solidaria y feminista. Su diferencial es la constitución del espacio de articulación política en cada Estado. El diagnóstico cualitativo de la participación de las mujeres en las RESF tiene un significado contradictorio. Por un lado, se da en segmentos productivos con un altísimo grado de fragilidad, conciliando el trabajo con las actividades domésticas y de cuidado, reproduciendo la discriminación del lugar de la mujer en la división sexual del trabajo. Por otro lado, es imposible no considerar, para estas mujeres, un espacio de participación y una posibilidad de autonomía económica y compromiso en la superación de los límites de su rol social con la construcción de alternativas tiene sentido.